Frío de muerte

lo único que me molesta
del invierno que amo
no es el retorno sino
la repetición que desencadena

amo la lentitud
con que deshoja a los árboles
para comerles el corazón
como a una alcachofa

pero me molesta el frío
de tiritar sin parar
y es que su espolón cala los huesos
como pájaro carpintero
me engarfia los dedos
como anzuelo para la pálida

pero no importa
así sea lo último que haga
empujaré esta piscola con hielo
hasta el fondo del pecho
aunque tenga que meterme
en una tina de navegado!

Resaca de invierno

tapándome un hoyito de la nariz a la vez
la congestión pasa
de un lado al otro
como un reloj de arena que contara
los segundos para el estallido de mis amígdalas

o como si el frío quisiera demorar
los efectos de su estadía mareándose
en los intervalos de mi alcohólica
y melancólica respiración

Muñeco de sapo

Todos habíamos quedado con
La cara y la punta de las zapatillas
Negras y sucias de olor a sapo

El tipo tenía la boca más grande
Que la abertura de las vendas
Sangrantes de los momios

Había llegado presumiendo
De una cierta fidelidad a la verdad
Al orden y la patria
De cómo se había convertido
En la celulitis de los pacos

Pero se había metido en La Telaraña
Con el estómago lleno de insectos cazados
A la luz artificial del terrorismo de Estado

No sabía que

A los muñecos de sapo
Les cortamos los ligamentos
de la mano invisible que
tienen metida en el culo
con las monedas afiladas
del vuelto de la piscola

Elija usted

Pienso, en mi sillín junto a la barra,
es decir, desde el lugar menos político posible
que las pelusas y los pelos
como las modelos y los futbolistas
son buenos tapones de conciencia
para impedir que se vaya la mierda.

Pienso que como una hernia
O un desgarro –para
parecer más poeta–
Lo político ha extraviado
La medida de su peso

Ya no se podría hablar de:
“las posiciones de la izquierda”
Al decir del antiguo reparto
Del abecedario de la guerra fría.

Podríamos hablar siúticamente de
performances, pero a la mierda
yo voy a decir “poses” porque
la línea político-espectadora del bar,
que no me justifica, verifica el origen
de mis palabras. Elija usted.

La pose de la autodenominada izquierda entonces
social-demócrata hasta la médula sin pan
no para de rascarse con las uñas
de un pueblo que ya ni siquiera está
–como gusta decirse–: “desarticulado”
ni agrietado o fracturado incluso –para
parecer menos poeta– sino quebrado
y no en dos partes sino en otras tantas
que se te deshacen en la lengua
antes de poder nombrarlas.

Por otro lado está la pose de los citadino-capucha
Y los digo mal, sin ese, a propósito
Para unificarlos, a ellos, los del
Pensamiento rápido-iluminista
Que usan su palabra en las asambleas
No como molotov sino
como balde de agua fría, con harina.
Allí van otra vez, re-produciendo intervenciones
Jugando a los soldaditos de plástico
Intentando pintar en su selladas bocas
La ancha palabra del Sub y del Comandante
Los mismos que cuidan a los que transan la merca
Creyéndose la punta, afilada por la rabia,
del dolor comunitario, buscando rescatar
a un pueblo que nunca pero nunca
les extendió la mano, dejando el rastro
para que la lacri de los poli no deje
soñar a los brocacochi de la pobla.

Los dentre medio, los autodenominados deapié
Engordan fabulosamente comiendo la mierda
del noticiero, comprando chelas y super 8
en las marchas, rascándose el culo
con el control remoto y de pasó
metiéndoselo un poco, para no perder la costumbre.

Es cierto, simplifico figuras

Pero es que a los autodenominados políticos
Les falta, no embarrase los suecos, ni arremangarse
sino correrse unos kilómetros de su montaña
recordar que como los fósiles de dinosaurio que ya son
les toca hablar sólo si el presente los interroga

Y a los citadino-capucha, dense un paseo por la selva
O si quieren yo les hago recorrer algunos bares
pa que cachen un poco que morder la mano
del esclavo que nos violenta ayudando al patrón
no le da de comer a una familia –o mejor,
para parecer menos retórico–, no emancipa
“compañero”, es una justificación más
de la violencia que es muda y contraria
a la igualdad y la libertad que reivindican.

Y como la emancipación quiere
ser una de las claves de hoy
De algunos al menos, o,
-pa tirarme una flor con forma de piedra
la mía, que soy algo así como
un espectador sublenguado
Les diría a los ciudadano-cosumidores que huelan
su control remoto, que lo limpien con el The Clinic
La Cuarta, La Tercera, La Segunda y la primera
mierda de todas: El Mercurio (Y por supuesto,
el resto de los dispositivos discursivos
que les mueven el culo para contarles la realidad)
Y que los devuelvan a la basura
Que se miren en el reflejo pero no de la tele
sino de la ventana, o mejor, en el de los ojos
de sus hijos, de sus vecinos, y se den unas vueltas
Que escuchen y exploren sus sentidos, a ver si
les surge un poquito de pensamiento crítico
y de memoria, que son la únicas herramientas
capaces de sacarles el corchete del cerebro
que los pone obesos y con una hernia
que sólo permite ensanchar
los límites deste desierto

Estallido

Me he pasado la vida en la parte
de abajo de los escenarios
donde salpica violenta y húmeda
la estrujada moralidad de la orden

Me he pasado las tardes tras
la ventanilla empañada de los bares
mirando a la gente triste arrugarse
con su aliento deshuesado

o bajo las mesas, en definitiva,
donde se marcan las cartas

quizá
nació mudo mi micrófono
o hervido mi cerebro
para la persuasión
que es La forma de la política

pero bajo lo cáustico de la saliva
tras la ventanilla empañada de la política
vive lo político desmesurado
que entraña su violento estallido

El Plan

Corríamos
Como líneas de pólvora encendida
Teníamos
Las manos temblorosas
Y el hocico caliente

Néstor tenía un plan

Nos quitamos la capucha
Con el vidrio roto
De la primera caña
Que nos quemó la garganta

Eso hasta que la sangre
Se confundió con el vino

Entonces la discusión acaloró a la Cindy
Que rompiendo filas
terminó gritándonos: “¡aburguesados!”
El Chelo partió detrás de su culo y así
Unos cuantos que terminaron
Apuñalados en la Alien

“Anarco-liberales” –me dijo Néstor
En un presente que no nos pertenecía.
Yo escupí su vaso cuando fue al baño
Y me llevé el mantel de la mesa
Donde los garabatos del plan formaban
Un palimpsesto con nuestra memoria

Post Vetus

Fumaba para darle forma al viento
Mientras sacudía mis bolsillos
-y mi conciencia- en La Garza

Pronto el aire estiro sus brazos
Y tu recuerdo me dio un beso
Como a través de la ventana
Profundo y sereno

Pero enseguida me sentí triste y algo absurdo
Como esos carnets perdidos
En las ventanilla de los almacenes

Engañado, o incluso falso
Como cuando en las películas
Se pescan peces que ni se mueven

Repugnantemente dulce
Como un koyak recogido del suelo
O la voz de Norah Jones

Y cantó tan lindo la pendeja

Ya no podíamos tragar más alcohol
Cuando obligábamos a Jenny a subirse al escenario
Es decir, al rincón oscuramente alumbrado
Por la rota pantalla del wurlitzer

Puso su mano en la barra, se levantó
Con su apretado vestido negro
Y cantó tan lindo la pendeja
Que se hizo el silencio entre los conbebidos

Entonces nos dimos cuenta
Que no queríamos bajarla
Es decir que la arrinconaríamos, como hicimos
Poniédole fichas con canciones de Thalía
Shakira, La Huambaly o Armando Hernández

Y así la Jenny cantó hasta morir
Es decir, hasta que despeinó el micrófono
con su vómito

Yeite

el otro día
llegué trazando cruces
y encontré a mi novia
acostada desnuda
frente a la tele
viendo un video de música
con animales muertos

me recosté junto a ella
y antes de poder apretarla
tuve que sentarme,
luego pararme y correr al baño
a meter mi cabeza
por la ancha boca del inodoro

cuando estaba allí
quería recordar
cómo se sentía
mi pelo al viento
mis ojos entrecerrados
las nubes como animales
yendo al sur tras la camioneta

Al otro día
después de usar el cepillo
tuve que botarlo
y un pedacito de billete
al fondo del bolsillo
me hizo recordar
que lo había perdido todo

Yo, mi sombra y la ceguera

La puerta entra y sale por el bar
en su cuadrado de vidrio
relumbra el oro cada vez que sale
en busca de lánguidas sombras

La mía esta tranquila
aunque me da la espalda
sabe que el néctar de oro
no es lo suficientemente brillante
como para enceguecernos
al mismo tiempo

si yo me descuido la arrinconan
e intentan ahogarla en la ceguera
pero basta una mirada directa
para apretarla contra mis huesos

somos diferentes
dos siluetas puntiagudas
quebradas sobre la cuneta
cuando cierra el bar
y los tensos dedos del farol
se cierran brillantes en torno a nosotros